RESEÑA HISTÓRICO-ARTÍSTICA DE LA ANTIGUA HERMANDAD DE MARÍA SANTÍSIMA DEL ROSARIO Y COFRADÍA DE NAZARENOS DE LA SAGRADA ORACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN EL HUERTO Y NUESTRA MADRE Y SEÑORA DE LOS DOLORES
Jesús Barbero Rodríguez
Doctor en Historia y Archivero de la Hermandad
La actual Hermandad es el resultado de la fusión de dos históricas cofradías de Dos Hermanas: la de Nuestra Señora del Rosario, cuyos orígenes se remontan a la transición del siglo XVI al XVII; y la de Oración en el Huerto, fundada, como veremos, en el primer tercio del XVIII. Para la presente reseña, optaremos por presentar el devenir histórico de ambas corporaciones de manera separada hasta la referida fusión, que tuvo lugar en fecha relativamente reciente como es 1975.
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario
Resulta muy complicado precisar con exactitud la fecha de fundación de esta Hermandad, debido fundamentalmente a la falta de documentación, aunque por diversas referencias contenidas en ciertos documentos podemos deducir que ya existía en los últimos años del siglo XVI, cuando aparece afianzada la devoción a Nuestra Señora del Rosario, sobre todo a raíz de la victoria de la armada cristiana sobre la otomana en la batalla de Lepanto, que tuvo lugar precisamente el 7 de octubre (festividad del Rosario) de 1571.
Esa devoción que sentían los nazarenos por la Virgen del Rosario se plasma por vez primera en 1599-1600, terminando el Quinientos. Tanto en el testamento de Leonor Martín, de 5 de diciembre de 1599, como en los de Alonso Herrador (20 de noviembre de 1600) y de Diego de Medellín (octubre de 1600), se mencionan ya la existencia de un altar dedicado a Nuestra Señora del Rosario en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena. Y esa misma devoción dio lugar a la aparición de una cofradía puesta bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, cuya primera mención documental aparecerá en el testamento de Antonia de Torres, viuda de Francisco de Poza, fechado el 31 de marzo de 1599. En él, esta nazarena ordenó dar de limosna a la cofradía de Nuestra Señora del Rosario un real. Es de anotar que su familia, los Poza, estarán especialmente vinculada a esta cofradía a lo largo del siglo XVII.
Las siguientes menciones las encontramos en dos testamentos: en el primero, otorgado por Isabel Bautista de Figueroa el 25 de enero de 1614 (hasta ahora era la fecha más antigua de la corporación), se ordena dar de limosna cuatro reales a la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, de la que la otorgante era cofrade. Y el segundo, fechado el 17 de marzo de 1616, es el de Alonso Muñoz. En él, este vecino de Dos Hermanas mandó dar a la cofradía dos reales de limosna, indicándose que pertenecía a ella.
Desde sus inicios quedó establecida en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, en la capilla situada en la cabecera de la nave de la Epístola, razón por la cual, a esta zona de la parroquia se la conoció durante siglos como la “nave del Rosario”. No obstante, a principios del siglo XVIII poseía una ermita propia en el pago de las Morerillas, al pie del Caminillo Real (actual calle Nuestra Señora del Carmen). Tras el derribo de este templo (lo cual tuvo lugar en la década de 1720), volvió a la parroquia nazarena, donde ha permanecido desde entonces.
Imagen de Nuestra Señora del Rosario, hacia 1910.
En 1649, con motivo de la epidemia de peste de aquel año, recibió numerosas mandas testamentarias, entre las que se encontraban las de Bartolomé López (de cinco reales), Isabel Núñez (dos reales), Diego García Navarro (tres reales), de Isabel Rodríguez (tres reales), Pedro López Vaquero (de cien reales), Francisco de Rivas (doce reales) y la de Juan Rodríguez, originario de Portugal (catorce reales de vellón).
En el primer tercio del siglo XVIII, concretamente en 1730, fueron redactadas y aprobadas las Reglas que hoy en día se conservan en la casa-hermandad, después de que entre 1936 y 1988 estuviera en una casa particular.
Por otra parte, el 23 de agosto de 1761 se celebró en la parroquia una fiesta «para el estreno de un simpecado la Hermandad del Rosario», pagándose a la fábrica parroquial cinco reales y veintidós maravedíes. Simpecado que, en la actualidad, aún se conserva y procesiona cada Miércoles Santo.
Los inicios del siglo XIX fueron especialmente duros para esta corporación, pues en 1801 se vio obligada a desprenderse de su patrimonio inmobiliario, que había recibido de diversas donaciones de fieles y devotos. Destacaba la casa de la calle Amaro (hoy Antonia Díaz), una finca que había estado en manos de la Hermandad desde principios del siglo XVII. Tras salir a subasta pública, la vivienda fue vendida en febrero de ese año por el mayordomo receptor, José Rubio Barbero, a Agustín Varela por la considerable cantidad de 5.037 reales de vellón, lo que nos da una idea de las dimensiones de la casa.
Por si esto fuera poco, los años de la Guerra de la Independencia supusieron otro golpe para esta cofradía. Si bien los franceses respetaron la mayor parte de las alhajas y enseres de la corporación (entre ellos, recordémoslo, el simpecado de plata del siglo XVIII, que aún se conserva), al parecer, se llevaron una interesante colección de rosarios pertenecientes a la Virgen.
Según se apunta en el libro de cuentas y cabildos, en 1810 la corporación recurrió a una rifa, con el fin de conseguir nuevos ingresos. Tres años más tarde, se anota en ese mismo libro que «en los cuatro años anteriores desde el de mil ochocientos nueve no está puesto el aceite para la lámpara de Nuestra Señora, y esto es por estarlo debiendo en todo el dicho tiempo la Santa Casa Hospital de la Misericordia de la ciudad de Sevilla, mas como la lámpara ha estado ardiendo y el mayordomo lo ha suplido de su cosecha en la inteligencia de reintegrarse de él en cobrándolo, y esto no se ha verificado, sin embargo de haberlo solicitado varias veces lo pone aquí por comprado a los mismos precios que corrieron». Por desgracia, no sabemos desde cuándo existía esa relación entre la cofradía del Rosario y la Casa Hospital de la Misericordia. Lo cierto es que a principios de 1814 se cobró la deuda a esa institución sevillana.
Del mismo año —1813— es la siguiente anotación que dice: «En todas las presentes cuentas faltan varios recibos. Unos que por ser leves sus cantidades no se han pedido; otros por no estar en uso el pedirlos; algunos de prendas compradas que existen y por ello acreditan seriedad, y los más que se han extraviado en la entrada y existencia que tuvieron los enemigos. Lo declaro para que conste y firmo». Se intenta dejar claro que fueron los “enemigos”, esto es, los franceses, los causantes de la pérdida de la mayoría de los recibos y del consabido descontrol en la corporación.
En ese año de 1814, la Hermandad volvió a realizar una rifa, y en esta ocasión se apunta que se rifó un chivo. Además, entre los gastos de la corporación se encuentra «un rosario de plata sobredorado, y para ello se dio dinero y un rosario biejo, por el suceso extraordinario desde el año 1800 hasta el de 1809 como consta del recibo». Desconocemos a qué suceso extraordinario se refiere. ¿Se trataría acaso de los primeros años de la Guerra de la Independencia?
Asimismo, la cofradía de Nuestra Señora del Rosario poseía a su cargo tres memorias de misas, aunque la de Francisca Pacheco estaba suspendida por estar redimido el principal del censo que sostenía la memoria. Las otras dos fueron fundadas por Antonio Gómez y Pedro Rodríguez Mondelo, respectivamente.
Por aquellas fechas, los cabildos que la Hermandad del Rosario celebraba tenían lugar en la casa del santero de Santa Ana, adosada a la ermita de la Patrona de la villa. Esto se debió a que el santero, Francisco de Paula Vigil, era el secretario de la corporación, y su mujer, Francisca García, era, a su vez, camarera de la Virgen del Rosario.
Durante el reinado de Isabel II [1833-1868], la Hermandad del Rosario pasó por ciertas dificultades económicas, por lo que hubo que vender ciertos elementos de su patrimonio (como ocurrió en 1850). Dificultades que continuarían en el siglo XX, agravadas con la quema de la parroquia de 1936.
Tras este nefasto suceso, la Hermandad continuó en una situación de extrema postración hasta que, finalmente, en 1975 se fusionó con la Hermandad de la Oración en el Huerto.
Hermandad de la Oración en el Huerto
Esta Hermandad tiene sus antecedentes en 1716. En esa fecha «se fomentó entre los más niños y muchachos deste pueblo el querer hazer una confraternidad y ésta fuese para sacar a Jesús orando en el huerto, y sin más circunstancias compraron y buscaron imágenes de dicha aduocaçión a proporción de sus cortos caudales, y aún de sus cuerpos, salieron, aunque sin solemnidad alguna de Cruz de Parrochia y Clero, y esto fue por dos o tres años».
Poco tiempo después, en marzo de 1724, un grupo de vecinos de la villa (entre ellos Pedro Portillo de Alcoba, José Gutiérrez Rubio y Bernardo Francisco de Baena), padres de aquellos niños, presentaron súplica ante el provisor del Arzobispado con el fin de solicitar autorización para poder fundar una cofradía con «el título de María Santísima de el Rosario y Oración en el Huerto». En poco tiempo, se consiguió la autorización del provisor, se confeccionaron las Reglas y éstas fueron aprobadas por la misma autoridad, por lo que, en 1725, según se desprende de la documentación custodiada en el archivo parroquial, hizo su primera estación de penitencia. Eso sí, al final (posiblemente en la década de 1770), hubo que cambiar el nombre de uno de sus titulares, pasando a denominarse María Santísima de los Dolores.
Grabados de las imágenes titulares de la hermandad de Oración, presentes en las cubiertas de las antiguas Reglas de 1724.
La nueva cofradía surgida en el primer tercio del siglo XVIII quedó establecida en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, y a fines de esa centuria encontró el decidido apoyo del presbítero don Martín Ruiz Durán. No obstante, a la muerte del sacerdote en 1800, a consecuencia de la fiebre amarilla que azotó Dos Hermanas, tuvo que reorganizarse, bajo el auspicio del párroco don Alonso Joaquín de Rivas. De este modo, se nombraron nuevos oficiales y se hicieron inventarios de alhajas y utensilios de la corporación.
Ironías del destino, aquel cura que abanderó la reorganización de la Hermandad de Oración, mantuvo un sonado pleito con ella entre 1809 y 1810 a cuenta del septenario que se celebraba en honor de María Santísima de los Dolores en el mes de marzo y que solía coincidir con la festividad de San José.
Tras la Guerra de la Independencia, la cofradía vivió numerosos altibajos (estuvo, incluso, a punto de desaparecer), hasta que, en 1892, por iniciativa del recién nombrado párroco de Santa María Magdalena, don Antonio Romero Montes, fue reorganizada. En esa tarea jugaron un destacado papel Joaquín Varo Jiménez (que sería nombrado hermano mayor), José Pérez Jiménez y Antonio García Bolaños. Un año más tarde, se redactaron nuevas Reglas, aprobadas por la autoridad eclesiástica en junio de 1895, y que estuvieron vigentes hasta 1957.
En 1970, se crea la Bolsa de Caridad de la Hermandad y dos años más tarde se firma un convenio para la construcción de la casa-hermandad de la calle Aníbal González, bendiciéndose esta última el 18 de marzo de 1973 por el reverendo don José María Ballesteros Bornes, entonces párroco de Santa María Magdalena. La casa-hermandad ocupa el solar de la vivienda que María Josefa Carballido cedió a esta corporación.
Hermandad del Rosario y Oración en el Huerto
De la nueva etapa ya unidas la cofradía del Rosario con la hermandad de Oración en el Huerto, debemos destacar, en primer lugar, la recuperación de los cultos a Nuestra Señora del Rosario, lo cual tuvo lugar, pronto, en 1976. La referida imagen volvería a procesionar en 1979.
En 1977, se aprueban las nuevas Reglas que recogen la fusión de ambas corporaciones, Reglas que serían sustituidas por otras en 1990.
Años más tarde, en 1997, se recupera, de manera simbólica, las túnicas de cola, siendo llevadas por cinco hermanos que portan y acompañan el Libro de Reglas.
Y entre los hechos más destacados y relevantes que han tenido lugar en esta etapa de la Historia reciente de esta corporación se encuentran los siguientes.
En 1991, y con el fuerte impulso de Juan José Domínguez, se organizó el I Congreso de HH. y CC. de la Oración en el Huerto que dio lugar a la creación de la Confraternidad Getsemaní. Asimismo, el Miércoles Santo de 1999 un grupo de hermanas efectúan por vez primera la Estación de Penitencia que hasta entonces había sido privativo de los hermanos. En julio de ese año aparecen graves problemas arquitectónicos en la casa hermandad dando como resultado el derribo del edificio.
Mientras duraron las obras, la Hermandad se trasladó, de manera provisional, a una casa cedida por un hermano en calle Divina Pastora y, al mismo tiempo, se adquirió la finca de calle Aníbal González número 10, por lo que el nuevo edificio se levantará sobre una superficie que casi duplica la anterior. El 7 de febrero de 2002 la nueva casa hermandad es bendecida por el Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, con asistencia de las primeras autoridades locales y gran número de hermanos.
Debido a las referidas obras, durante los años 2000-2001, se efectúa Estación de Penitencia con salida y entrada en la parroquia Santa María Magdalena. Ya en el año 2002 se realiza Estación de Penitencia con salida y entrada de la nueva casa hermandad. También en ese último año, se crea el Coro de la Hermandad.
Finalmente, en el año 2003 se aprueban las nuevas Reglas adaptadas a las últimas normas diocesanas e incluyendo unas Normas de Régimen Interno.
Patrimonio artístico
La Hermandad de la Oración en el Huerto cuenta con un rico y amplio patrimonio artístico, del que destacaremos las siguientes imágenes y piezas.
Con respecto a la talla de Nuestro Señor Jesucristo orando en el Huerto, es obra del escultor alcalareño Manuel Pineda Calderón, quien la realizó en 1948. Vino a sustituir a otra imagen ejecutada en 1937 por el ebanista local Miguel Ponce Bancalero (ésta, a su vez, reemplazó a la primitiva talla, del siglo XVIII, que pereció en la quema de la parroquia de 1936).
La actual imagen procesionó por primera vez el Miércoles Santo de 1948. En su origen era de candelero, destacando su gran expresividad que denota muy fehacientemente el momento de entrega de Cristo mediante su Oración. La boca entreabierta y perfectamente dibujada hasta la garganta hace intuir la sequedad propia de la agonía. Sus manos, entreabiertas, en actitud implorante, son altamente elocuentes.
En 2005 fue restaurada por Luis Álvarez Duarte, trabajos que incluyeron estudio completo, restauración de rostro, manos y pies y cuerpo anatómico dejando de ser talla de candelero.
La imagen de Nuestra Madre y Señora de los Dolores fue donada a la Hermandad por una vecina de la localidad apodada “La Cochiza” en 1894, siendo profundamente intervenida en 1941 por el ya mencionado Pineda calderón, después de que sufriera una caída fortuita que la dejó muy dañada. Si bien en un principio aparecía con las manos entrelazadas (que aún se conservan en la casa-hermandad), en 1941 fueron realizadas unas nuevas manos, en este caso separadas, en actitud de ofrenda. En 2004, la talla fue restaurada por Luis Álvarez Duarte corrigiéndose deterioros propios por el paso del tiempo. También se le hizo un nuevo candelero y se rectificó levemente su figura para apartarla de un hieratismo acusado.
La última de las Imágenes titulares de la corporación, la imagen de Nuestra Señora del Rosario vino a sustituir en 1940 a la primitiva talla, fechada a fines del siglo XVI y desaparecida en la quema de la parroquia de 1936. Es de autor desconocido habiendo sido objeto en 1975 de leve restauración principalmente en su maltrecho candelero. Datada, igualmente, entre los siglos XVI y XVII se trata de una talla de candelero y bulto redondo, y policromada. Conforme la iconografía propia de la Virgen del Rosario, porta en su brazo izquierdo un Niño Jesús que data de 2010, obra de José María Bernáldez.
Asimismo, debemos destacar las imágenes del Ángel confortador y los apóstoles Pedro, Juan y Santiago (todas ellas obra de Manuel Pineda Calderón y realizadas en 1940 y 1954, respectivamente), y una pequeña talla de San José, que en su origen formaba parte de un Nacimiento napolitano y fue donación de Agustín José Barberá en 1821.
Además de las imágenes, son muy reseñables los pasos procesionales tanto del Misterio como del palio, el primero debido a la gubia de Manuel Pineda Calderón (1953), y el segundo, obra su orfebrería de Antonio Pérez Barrios. Entre las insignias, destacan la Cruz de Guía, el “Senatus” y, fundamentalmente, el Simpecado del Rosario que antes hemos aludido, de 1761, siendo la insignia más antigua que procesiona en Dos Hermanas. Vino a sustituir a otro anterior que no se conserva, llamado “simpecado viejo” en los inventarios de principios del siglo XIX. Fue realizado en torno a 1761, conservándose en el archivo de la parroquia de Santa María Magdalena una nota de colecturía de 23 de agosto de 1761 en la que se recoge la celebración en este templo de una fiesta «para el estreno de un simpecado, la Hermandad del Rosario», pagándose a la fábrica parroquial cinco reales y veintidós maravedíes. Pudo salvarse de la quema de la iglesia de Santa María Magdalena de julio de 1936, siendo restaurado en la década de 1980 en los talleres de Villarreal.